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martes, 16 de agosto de 2011

Infancia: divino tesoro


Ya no quedan series como las de antes. Antes los niños nos poníamos delante de la tele y alucinábamos con los dibujos. No como ahora, que los niños sólo se emocionan si encuentran un cacahuete en el sofá. Oliver y Benji, Pokemon, La abeja Maya, Marco, Heidi, Dragon Ball, etc. etc. etc. 

Serie en japo.
Oliver y Benji fue la serie culmen. Con ella muchos se aficionaron al fútbol, otros desistimos… ¡¡era muy cansino!! ¿Acaso hay alguna persona en la faz de la tierra que tenga los santos … de jugar un partido de fútbol a 10 episodios de 30 media hora? No, pero, eso sí, le solucionaría la parrilla televisiva a alguna que otra cadena. Bueno, volvemos a esta serie que estaba catalogada como de temática futbolística, pero qué va, era de alpinismo. Los campos de fútbol estaban inspirados en el Everest. Para ir de tu portería a medio campo se tardaba 8 episodios porque era en subida, mientras que de medio campo a la portería contraria “sólo” se tardaban 2 episodios porque ya te despojabas de los sherpas y de las bombonas de oxígeno y claro, más ligero se va más rápido. Esta situación no se aleja mucho de la realidad, sino preguntárselo a los equipos que juegan contra el Barça. Otra situación parecida a los partidos del Barcelona en la serie eran el resto de jugadores del otro equipo que, movidos por el instinto del “baile de la abuela”, se quedaban en su parcela del campo y hacían cualquier movimiento gracioso pero sin  salir de su sitio y sin estorbar. 

Con el título de la serie era difícil descifrar quiénes eran los protagonistas de la serie… (pensando) “¡umm, Oliver y Benji!, pero ¿cómo se llaman los “protas”?” Los creadores de la serie, ¡Qué difícil nos lo ponen! Al final tendré que pensar que son el tal Oliver y el tal Benji. Con Oliver Atom los creadores intentaron hacer un guiño a las centrales nucleares del país nipón, de ahí su apellido en castellano átomo, su peinado inverosímil, unas piernas que le ocupaban tres cuartos de su cuerpo, unos saltos de 20 metros sobre el nivel del mar, estaba en todos lados, cruzaba el campo sin sherpas  y todo… Si eso no es fruto de una mutación radioactiva que venga Dios y lo vea. El otro protagonista era Benji Price (el portero), en castellano antiguo Benjamín Precio. Tenía otro peinado infumable que intentaba disimular con una gorra y, al principio se llevaba mal con Oliver y al final bien… cosas de la juventud. Éste era el más “normal”. Era rechoncho, podía volar y paraba los balones apoyándose en los palos para llegar más rápido. Su virtud era que tenía el apellido preferido por un presidente de fútbol, Precio, que ya te deja claro que si te lo quieres llevar tienes que pagar su cláusula. Aunque, como en toda buena historia, tiene que haber un antagonista. En esta serie es Mark Lenders. ¡Ya con ese nombre te dan ganas de odiarlo! ¡Qué asco das! Era un personaje chulo (con la camiseta arremangada para decir “¡Ey, nena, mira qué bíceps tengo!”), gitano (su tez más morena indicaba que era de esa raza, creador del balón tortilla, siempre quedaba segundo aunque se currase el mejor partido de su vida, con una fuerza descomunal (sólo rompió unos cuántos muros y redes con una pelota), con un peinado aerodinámico, etc. También era odiado por todos. Era tan odiado como Aída Nízar en Sálvame, como Aída Nízar en la peluquería, como Aída Nízar en… Bueno, es imposible ser tan odiado como Aída Nízar. En la actualidad a este futbolista se le conoce como Cristiano Ronaldo.

Mark Lenders con el balón tortilla

Aunque con todos estos personajes, tengo que reconocer mi admiración por uno, el comentarista de los partidos. Daba igual si estuvieran jugando la final de la Champions o de la final de los barrios quinquis, que él siempre estaba ahí. Además era un cachondo, se ponía a rajar por la megafonía para que los jugadores se picasen. Como diría Pep, “el puto amo”.

Marco, con el mono, imitando a E.T.
Ahora dejemos esta gran serie, la cual se merece una tesis doctoral, y pasemos a otro formato, las protagonizadas por niños repelentes que fueron abandonados por sus padres en medio de las montañas. Ejemplo de esto son “Marco” y “Heidi”. Marco era un chico muy pesado y un poco paradillo. Te deja tu madre solo en casa y te vas a buscarla en vez de montar una fiesta, ¡cómo se nota que no eres español! Por otra parte, pensaba que la iba a encontrar al estilo yonki desesperado, con el mono a cuestas, misión casi imposible de no ser que salgas  en una serie japo.


“Heidi” era casi igual, pero en vez de marchar en busca de la madre, ésta se dedicaba a amargarle los años de jubilación a su abuelito. Tal fue la magnitud del tormento que sólo me cabe pensar que la situación se debía a un ajuste de cuentas por parte de dos agentes, la familia y la especulación. La familia quería que el yayo muriese para quedarse con su rica herencia y una casita en la montaña, mientras que los agentes especuladores querían que se fuese para montar una estación de esquí en los Alpes y la cabaña estorbaba. Pero en el fondo esa niña era muy sádica, ¡¡si hasta despeñó a una minusválida por un desfiladero!! y nosotros embobados aplaudiendo y diciendo “¡¡Biennnnnn!”. ¡Qué nazi se es de pequeño! Vamos que la niña era más falsa que el Stallone de Media Markt.
Comenzando su carrera de sicaria

Punki enfurecido por las bolas del dragón
“Dragon Ball”. Serie donde una acomplejado, vestido de una forma graciosa con los calcetines por fuera de los pantalones, y que vive diferentes aventuras, con luchas incluidas, para conseguir tocar las bolas del dragón.














Triste al enterarse de que tiene ladillas.
“Pokemon” es una serie que le tocó las pelotas en gran medida a las protectoras de animales. Ahí se organizaban peleas ilegales de los animales y se retenían en pequeñas jaulas (pokeball). Por otra parte, estos objetos fueron denunciados por Kinder Sorpresa al ser un plagio de sus productos (2 colores y con algo dentro). El pokemon más conocido era Pikachu, que destacaba por tener ladillas. Esto se sabía por su grito característico “Pica, pica…”.


Para terminar, sólo podemos decir que estas series sí que eran buenas y no como Vin Diesel, ¡qué malo eres, melón!

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